domingo, 26 de marzo de 2017

Bujalance: Una Historia Familiar

BUJALANCE: UNA HISTORIA FAMILIAR
Por María Jesús Blánquez Morales
Gracias Bujalance: veo que aunque son cosas muy mundanas se ha hecho justicia, al recordar a la Familia Blánquez y en especial a mi tía Fefa, el reconocimiento de un producto gastronómico, como son las Patatas Rellenas.
Como no vivo en el pueblo, me es más tenue el dolor de ver en múltiples programas de televisión (especialmente Canal Sur), qué se hable de éste artículo y no se haga ni una pequeña mención, al origen verdadero de las patatas rellenas. Detrás de esto hay una historia tan apasionante, triste y alegre, qué no es simplemente una “tapa de bar”.
Mis padres, al morir con 86 y 89 años, tuvieron tiempo de contarme tantas cosas, que no bastaría una simple carta.
Mi abuelo Francisco era de Almería y de una pobre familia, vinieron a Bujalance a recoger aceitunas, como tanta gente pobre de finales del siglo XIX. Él era el pequeño de una gran familia e imaginaros en qué condiciones vivían. Salió de casa a no sé qué cosa y aunque parezca de película melodramática, al volver se encontró la casa incendiada y toda su familia dentro y sin sobrevivir ninguno. Es decir, se quedo sólo y con 11 años, en un pueblo extraño y sin nadie que lo cuidara.
Bujalance en ésa época fue generosa y le concedió un donativo, no sé si de tres mil pesetas. Un señorito “listo” le administró el donativo, pasándolo engañado a su servicio.
Conoció más tarde a mi abuela María Jesús y se casaron, con bastante pobreza pero con muchas ganas de trabajar, ya que era un “buscavidas” y a nada le hacía ascos. Tenía una fonda, plantaba melones y las hortalizas que podían. Todo lo que pasaba por sus manos lo cogía (como buen almeriense) y tuvo tiempo de preparar diez hijos (uno murió), pues ni para eso era cobarde. Siempre juró que ningún hijo suyo serviría a un señorito y lo cumplió. Cuando estalló la guerra civil, ya tenía su bar y algunas cosas más para sacar los nueve hijos adelante. Se tuvieron que
marchar a la “zona roja” (mi padre con 15 años ya estaba en el Frente Republicano y era un auténtico niño). Al terminar la guerra, tras pasar hambre y miseria, se encontró su negocio ocupado por un forastero, con quien tuvo que pleitear y pedir dinero prestado, pues estaba en la miseria más grande.
Sus hijos habían crecido y sacaron la garra de sus padres. Desgraciadamente, mi abuela murió con apenas cincuenta y pocos años (otro palo), aunque jamás a mi abuelo se le conoció otra relación y murió con noventa años.
Laboriosos es poco, para describir la historia de mi padre y mis tíos. No se le resistía nada y todo el que tenga más de cincuenta años, lo puede corroborar. El bar “7 Puertas” ha sido un referente para Bujalance y muchos forasteros. Cuando no había muchos productos, porque los tiempos y el mercado no lo proporcionaba, hay estaba mi tia Fefa, la más pequeña en estatura y la más grande en talento y originalidad. Las patatas rellenas fueron casualidad de la vida y a los “Mangurrinos” – cómo se nos conoce en el pueblo – nos han sacado de muchos apuros (no voy a decir la receta, porque hay un truco y por mucho que quieran imitar, jamás conseguirán como las de 7 Puertas y quien las ha probado, lo sabe).
Bueno, el 7 Puertas, no quedó sólo en un bar. Se hacían helados, con una auténtica fábrica en el pueblo, gaseosas (la fábrica de La Pitusa), hielo, se vendía bombonas de gas, electrodomésticos y hasta se hizo una pequeña tienda de alimentación “gourmet”, pues había de las cosas más extrañas y originales de la época. Pero no quedo ahí, a mi familia le ofrecieron un restaurante en Marbella, a inicios de los años sesenta, no sabíamos dónde estaba la población y allá que se plantaron. Curiosamente el restaurante tenía 7 puertas y así se llamó hasta que se cerró. Aunque a diferencia con Bujalance, y lo digo con pena, allí si le han reconocido su labor culinaria (sus patatas rellenas y flamenquines), sigue habiendo una parada que se llama 7 Puertas y estoy hablando de Marbella, que no es cualquier pueblo.
Esta historia tiene miles de anécdotas, miles de problemas y no terminaría nunca. Aunque lo cierto es que detrás, hay mucho trabajo y dedicación, muchas ganas de hacer las cosas bien, eso es lo que he recibido de mis padres, (impenitentes trabajadores).
Gracias abuelo y gracias a esa familia, que con sus más y sus menos sacó adelante con dificultad, pero nunca se rindieron. Gracias tita Fefa, gracias Papa, gracias Mamá.
MARIA JESÚS BLÁNQUEZ MORALES

Mª Jesús Tejada

Francisco Blánquez Sánchez

1 comentario:

  1. Es una historia muy entrañable la de tu familia, María Jesús. Y muy bien relatada.
    Conozco la Av. Hermanos Blánquez en Marbella. Verdaderamente un importante reconocimiento.

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